- Es la posibilidad de traslación desde un punto inicial a otro final (ambos intermedios siempre) empleando un renovado grado de conciencia (relación con el entorno) y aplicando la voluntad en el ejercicio de las capacidades, y libremente.
Cuando se dan estas circunstancias, a poder ser todas ellas, la persona siente, experimenta, una modificación sustancial de su anterior personalidad. Ha mutado, ha cambiado; ha abandonado “lo que antes era”, para trasladarse, rotando, a lo que “ahora es”. El concepto del tiempo aquí es importante, aunque mejor se entendería desde el concepto espacio. “Ha modificado las condiciones anteriormente existentes en su espacio cuántico”, podríamos decir.
Toda modificación sustancial produce un cambio de conciencia, una rotación del ángulo o punto de vista anterior. Se mira, o siente de manera diferente. Hemos cambiado nuestra perspectiva, decimos. Pero, ¿qué es lo que ha cambiado?; ¿qué queda ahora?; ¿qué es lo que hemos abandonado? y, sobre todo, ¿hemos sido conscientes del proceso?; ¿sabemos lo que ha pasado?; ¿hasta qué grado de realidad “sabes” lo que ha sucedido?
Una persona a veces cambia por obligación, porque se lo exigen. Otras lo hace porque lo intuye como necesario. Pero sabemos poco de nuestros propios saltos de conciencia. Simplemente los damos, la mayoría de las veces, como un mero proceso de adaptación a ese entorno, en el cual por cierto, pretendemos sobrevivir a toda costa.
Un salto evolutivo es mucho más poderoso cuanto más consciente eres del “antes” y del “después”, del punto de partida y del foco del destino o punto (intermedio) final.
Dependiendo del aspecto astrológico que tengas (conjunción, oposición, sextil, etc..) puedes trasladarte y rotar hacia delante o hacia atrás, en virtud de tus decisiones, creando así nuevos espacios de vida, más conscientes o más inconscientes. En este libro se describen la gran mayoría de aspectos entre todos los planetas y sus relaciones cuánticas entre ellos.
El mundo cuántico se estructura a nivel energético en disposiciones-formaciones más o menos definidas. Se enseña cómo los electrones se organizan en áreas del espacio que se denominan “orbitales atómicos”. En ellos encontraremos la energía que da forma, apariencia, a lo que llamamos realidad. El núcleo siempre en el centro, con los protones y neutrones, y alrededor, orbitanto, las nubes de electrones en esos orbitales atómicos. Ello se organiza en una estructura con una nomenclatura específica conocida como “serie atómica” o configuración electrónica del átomo:
1s2, 2s2, 2p6, 3s2, 3p6, 4s2 …..
Lo curioso es que dentro del propio átomo (núcleo más electrones), se producen “saltos cuánticos” de esos electrones, los cuales pueden alterar su morfología energética y desplazarse de un orbital a otro, como “cambiando su estado”, alterando su frecuencia. Ello lo hacen absorbiendo o liberando energía. Es decir, dentro del infinito universo de intercambio eterno de energía, los electrones se reposicionan en unos orbitales u otros.
La consecuencia es que la “materia que representan” muestra entonces unos comportamientos electroquímicos diferentes. Podríamos decir que el “estado de esa materia” se ha visto modificado cuando se ha producido un salto cuántico. No es necesario que la materia pase de líquido a sólida o a gaseosa, lo cual sería un salto enormemente grande comparado con los micro saltos de los que estamos hablando.
Ahora bien, si toda la materia se comporta así, ¿cómo todo ello sería aplicable a nuestros estados emocionales y mentales? Es bien conocido que cuando una persona finalmente toma la decisión que llevaba meses meditando, si lo hace en paz, libera una gran cantidad de energía. Nos hemos quitado un peso de encima, decimos.