Venus representa la fuerza de “la
atracción”; es una poderosa fuerza destinada a relacionarnos, a unirnos, a
experimentar fuerzas conjuntas, colaboraciones, sinergias. En nuestro
inconsciente sería una fuerza que nos dice: “juntos lo haremos mejor”;
“colaboremos en equipo”.
Cuando se activa esta fuerza, se pone
en funcionamiento una poderosa herramienta para avanzar en grupo, para
abandonar el ego individualista y para crear relaciones fructíferas que den
resultados de seguridad (también económicos).
Es la fuerza inconsciente de la colaboración
en equipo para enfrentar los retos de la supervivencia.
Venus por ello está asociado a
preciosas fuerzas de reconocimiento de las capacidades de los demás, para poder
ser así utilizadas en sinergias. Si soy capaz de conocer e identificar los
valores de “un otro”, podré proponerle una colaboración, una simbiosis, una
ganancia mutua. Se produce entonces un avance evolutivo que hace mejorar el
clan, el pueblo, la civilización.
El problema de la energía de Venus es que
esa “atracción” produce “identificación”. Entonces, a menudo pueblos enteros se
han reconocido con el derecho de poseer y dominar los bienes y derechos de los
pueblos vecinos. Al producirse esa mezcla, esa atracción, esa colaboración, se
pierden las fronteras de lo que es de uno, respecto a lo que es de los demás.
Esa identificación, esa unión, prevista para una estrecha colaboración, se
confunde y aparecen los apegos, los falsos derechos adquiridos, las envidias
respecto de las posesiones de los demás, los valores de los demás, los derechos
de los demás.
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