
Vivir en Júpiter es vivir en la
abundancia, gozar del mundo de las diferentes posibilidades, disfrutar de los
sentidos, expandirse por múltiples territorios sin fronteras, abrirse a nuevos
campos y potencialidades, disfrutar de la vida y compartir en grandes grupos
sociales proyectos solidarios. Eso, y mucho más, que por ello es el planeta de
la generosidad y de la abundancia.
Sin embargo, en algún momento,
esa amplitud de experiencia, ¿debiera tener fin?; ¿existe un límite al placer?;
¿se deben poner puertas al campo?; ¿algunos muros son adecuados?
La pregunta central podría ser:

¿Cuándo se acabaría?; ¿quién
sería el encargado de definir y colocar ese final?; ¿en qué lugar y
condiciones?
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